Mi
experiencia como entrenador de los últimos años la he pasado
trabajando con grupos de jugadores próximos a la etapa superior del
aprendizaje (junior - S-21 – sénior).
No obstante
he pasado por todas las etapas formativas del jugador desde monitor
de colegios a coordinar una escuela de básquet.
Cada año que
pasa vamos añadiendo conocimientos a nuestro bagaje formativo que
normalmente va en beneficio del jugador, sea cual sea su edad.
Reconozco
numerosos errores en mis años de entrenador, varias veces reflexiono
de mis planificaciones, sesiones, objetivos aplicados en los inicios
y no me explico como fui capaz...
Si nos
centramos en un club de baloncesto amateur, con escasos recursos
económicos, en el que la gestión del mismo está en manos de
personas voluntariosas pero en su mayoría sin experiencia, padres de
jugadores en algunos casos, nos encontramos con la siguiente
realidad:
- Los equipos minis están en manos de entrenadores – jugadores de equipos del mismo club.
La
transferencia del trabajo técnico al juego real debe de llevar unas
pautas, no excluyente de conseguir que la niña o niño disfrute con
la práctica del baloncesto. El artículo de Albert Cuadrat
(http://www.clubdelentrenador.com/noticia.php?ins=0&id=1036&sec=5
) explica, bajo mi punto de vista, perfectamente el proceso formativo
del jugador separándolo en tres bloques, técnico, táctico y
psicológico.
Durante el
proceso de aprendizaje del jugador de minibasket es necesario que la
técnica individual se aplique con el criterio adecuado, dejando el
margen para el error (equivocarse forma parte del aprendizaje,
ensayo-error), llegando a conseguir la suma de conceptos diversos del
aprendizaje (QUE+COMO+CUANDO) de una manera progresiva pero global;
es decir, enseñar el bote, que la pelota ruede en la mano, el pase
sobre bote y combinarlo en situaciones de juego 2x0 con algún
elemento perturbador que obligue al uso de las habilidades
aprendidas, incluso 2x2.
La progresión
de las dificultades abarca los aspectos fundamentales del
entrenamiento. Hemos de saber regular la dificultad a nivel de
ejecución y decisión sin olvidar el elemento perceptivo. Todos
estos aspectos, confluyen en la práctica en el diseño de la
determinación de los objetivos intermedios de aspectos técnicos y
tácticos proporcionando los feedbacks suplementarios adecuados a la
consecución de cada objetivo.
Por lo tanto,
volviendo al principio, es indispensable la implicación de
entrenadores en categorías mini y de formación con experiencia en
estas situaciones.
Si los
entrenadores son jugadores del club (en proceso de formación a su
vez) y no están estrechamente asesorados por el correspondiente
director deportivo, nos encontramos con equipos que “ganan” hoy
por la participación de uno o dos niños con un desarrollo físico
precoz, otros como dice M. Panadés corriendo “como pollos sin
cabeza”, o un excesivo intrusismo corrigiendo decisiones no
ortodoxas y dando órdenes al estilo ACB.
Desde los
clubs se han de preocupar de formar jugadores pero a su vez a
entrenadores para que la línea deportiva no sea la suma de diversos
criterios inconexos.
Conseguir
que en la siguiente fase evolutiva en la formación del jugador se
sigan sumando conceptos, sin prisa por obtener resultados numéricos,
títulos o campeonatos.
Pero sin
obviar que no solo podemos enseñar a correr, sino a entender porqué
corremos, cuando corremos y como lo hemos de hacer. Y los niños son
“esponjas”, absorben conocimiento.
Para concluir
quiero insistir en la máxima implicación de los Directores
Deportivos en el seguimiento, control y evaluación de los jugadores
de mini y sus entrenadores; ¿Qué nos podría haber pasado si un
entrenador anónimo sin un seguimiento adecuado se encuentra con un
jugador físicamente inferior a los compañeros que para conseguir
anotar, tira con un pie apoyado bombeando excesivamente el balón…?.
Menos mal que no me lo encontré yo…igual Navarro no sería
Navarro.
Joan
Aguado (Ent. Sup. Bàsquet Castelldefels)
twitter: JoanAguado1970